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Se pasaron

lunes, 20 de junio de 2011

Tú o Él

Le besé a él
porque tenía tus labios
Le miré a él
porque tenia tus ojos
toqué su cuerpo
porque tenia tu cuerpo
Me perdí en sus sábanas
porque tenía tus sábanas
Olí su cuello
porque tenía tu olor
y grité su nombre
porque tenía tu nombre.
Pero rechacé sus besos
porque no eran tus besos
olvidé su mirada
porque no era tu mirada
me aparté de su roce
porque no era tu roce
arranqué sus sábanas
porque no eran tus sábanas
y maldije su nombre
porque no era tu nombre.
Mas abracé su amor
y me rendí a sus pies
porque no era el tuyo
y si el de él

miércoles, 15 de junio de 2011

Una competición de cursis

Siento el tacto de tus manos en cada centímetro de mi cuerpo, el roce de tu piel, me estremeces en cada besos y en cada verso que sale de mi bolígrafo hacia el papel es una manera de decirte que no, que no dejes de tocarme, de besarme, quiero sentirte cada noche a mi lado, despertarme a tu lado, tu , yo y el sol. Que las sabanas sean solo un complemento más de nuestros cuerpos unidos en uno solo. Fundirnos con el colchón de tu habitación como si al día no le importara a la hora que le volvamos a saludar. Que los sonidos de la calle que entran por tu ventana sean la banda sonora de nuestra noche infinita siendo acompañados por la luz de la luna que nos abre paso a un baile cargado de pasión.

No, no quiero que te vayas aunque salga el sol.

sábado, 11 de junio de 2011

Viva y muerta

La habitación estaba mas fría de lo habitual, su ausencia se notaba esta mañana más que nuca y las ventanas abiertas dejaban escapar lo poco que quedaba de su aroma.

Su foto estaba arrancada de la pared y la mía junto a ella rota en el suelo.

Aún quedaban señales de la pelea, restos de la discusión en el armario abierto con el hueco de su ropa vacío, pero ni una sola señal del motivo de nuestra guerra.

Mi rimel señalaba el recorrido de mis lágrimas y mis ojos recordaban cada mala palabra que nos gritamos en la noche.

Cogí un cigarro de la pitillera que él me regaló, seguidamente tire la pitillera y me fui al balcón, el odiaba que el olor de mi tabaco inundara la casa. Cuando volví me di cuenta de que encima de la mesa estaba su móvil, ni siquiera podía llamarlo para pedirle perdón, aunque ¿ Por qué yo? ¿Qué había hecho para que todo acabara así? Lo único que recordaba de la pelea era la mezcla de ambos gritos destrozándome y destrozándole.

En el cenicero, una foto nuestra a medio quemar y rota, reconozco que fui yo quien encendió el mechero, pero no quien gritó primero, aunque eso daba igual, él ya no estaba, se acabó, dio el último portazo y se fue, no queda nada, tan solo su móvil para que no le pueda llamar.

Cada vez hacía más frío y ya no podía notar ni un solo centímetro de mi cuerpo. Mis manos heladas se amorantonaban. ¿Qué ocurría en mí?

Fui al servicio en busca de algo de calor en una ducha y el despejar del agua pero en vez de eso no obtuve más que la visión de mi cuerpo golpeado y muerto en la bañera.

Muerta, así me dejó. Ahora el frío de mis hueso cobraba sentido y mi reflejo difuminado empezaba a desaparecer del espejo.

Su última caricia fue un golpe y mi última palabra solo la sabe él.

viernes, 10 de junio de 2011

La otra amante

-Ya está todo listo.

-¿ Quieres que hagamos el paripé y ponga una peli?

-Solo si tienes palomitas.

-No, no tengo.

-Entonces deja la peli
.
Él soltó la película y ella su cabello para que seguidamente ambos pudieran coger el cuerpo del otro y fundirse entre ellos y el sofá tirando de esta manera la película al suelo que el chico antes había soltado haciendo así que la caratula se abriera para dejar ver el título de la película que él había escogido: "Mi otra amante".

Supongo que la chica debería de haber visto la película aunque fuera sin palomitas antes de entregarse por completo, pero el éxtasis llegó y ya era algo tarde.

miércoles, 8 de junio de 2011

El chico del Capuchino

Me encontraba en la cafetería como cada tarde, delante de mí, solo un café y un ordenador.

Fue entonces cuando lo vi entrar. Yo era una simple escritora de historias sin final y él tan solo era el chico más perfecto que una persona como yo podría nunca imaginar ver. No era muy alto, ni rubio, ni sus ojos eran claros, no era el prototipo de chico perfecto con un cuerpo de gimnasio, no, su pelo era castaño corto y no mediría más de metro ochenta, si llegaba al metro ochenta, además, sus ojos eran marrones simples pero para mí era lo más perfecto que ni en una película de Hollywood nadie podría llegar imaginarse.
Se acercó al mostrador y aunque estaba de espaldas yo no podía quitarle la vista de encima. Entonces se giró y me miró, algo en mí me advertía de que girara la cabeza y volviera a mis asuntos antes de que aquel perfecto chico con un Capuchino en la mano se diera cuenta de que le miraba fijamente, pero por otro lado no podía dejar de hacerlo, necesitaba seguir mirándolo todo el tiempo que me dejara. Pero entonces pasó, se dispuso a andar y lo hacía hacia mí, fue entonces cuando sí gire mi cabeza y continué en mis asuntos. No habrían pasado ni treinta segundos cuando volví a levantar mi cara para coger el café y lo note sentarse a mi lado, estaba ahí, junto a mí, sonriendo. Lo miré y mientras mis mejillas se sonrojaban él separaba sus carnosos labios para dejar escapar un simple y sencillo hola de su boca. Simplemente sonreí. Soy JJ, continuó y al ver que yo no era capaz de pronunciar ninguna palabra me preguntó por mi nombre. A partir de ahí comenzamos una larga conversación. Yo le conté quien era y que hacía y él simplemente asentía con la cabeza y se reía de vez en cuando. Su sonrisa era como un sueño imposible de alcanzar, era como el final del arco iris.

Pero todo cambió cuando le pregunté por él, por quién era y cuál era su historia. Su sonrisa se apagó y sus ojos perdieron el brillo. La única respuesta que me dio fue que su historia seria demasiado aburrida para alguien como yo, pero insistí y me alegro de ello porque conseguí una respuesta que nunca podría imaginar.
<< ¿Qué tal si me escribes una historia tú y luego la hacemos realidad? >>

Todas las señales que una persona puede dar de vida desaparecieron en ese momento de mi cuerpo, no sabía que decir, ni que hacer, cuando se pegó completamente a mí, me cogió las manos y las colocó sobre el teclado mientras me susurraba al oído que escribiera y no sé por qué mis manos se deslizaron sobre las teclas del ordenador escribiendo la mejor historia que nunca escribí. Sin pensarla, mis manos escribían solas y ni yo misma sabía el qué.

Seguimos allí mezclando sus ideas y las mías hasta que el dependiente nos echó. Salimos de la cafetería y llovía, aunque eso solo hacía más mágica la situación, así que salimos corriendo entre risas conversando por todo el centro de la ciudad mientras la lluvia calaba hasta el último centímetro de nuestra ropa, cosa que no nos importaba mucho a ninguno.

Llegamos a un portal donde se paró y entró invitándome a hacer lo mismo. Era su casa, un pequeño piso de estudiante. Al entrar se veían unos cuantos cuadros colgados en las blancas paredes firmados por él, a la izquierda, una pequeña cocina de estilo francés con un pequeño salón enfrente. En la pared de la derecha del salón se podían ver dos puertas, una era la de su habitación así que supongo que la otra era la de el cuarto de baño.

Me llevó hasta la puerta de su habitación, no era gran cosa, una cama de matrimonio en el centro, una gran estantería llena entera de libros y discos junto a la ventana y un armario empotrado enfrente de la cama, a bueno y un tocadiscos que le hacía de mesita de noche al lado izquierdo de la cama.
Se acercó a la estantería y puso música mientras yo me quedaba parada en la puerta sin saber que hacer, empapada y aún medio asfixiada por las carreras que nos pegamos para llegar a su casa.

Reconocí la canción justo en el momento que comenzó a sonar, era Angel de Aerosmith y sin poder evitarlo comencé a cantar pero él, sin poder evitarlo, comenzó a reírse, se acercó a mí y empezamos a cantar juntos cuales famosos en medio del mayor concierto de nuestras vidas dándolo todo por nuestros millones de fans imaginarios. Todo era perfecto.

Cuando acabó la canción nos tiramos los dos juntos en la cama riéndonos a carcajadas limpias y la respiración entrecortada, me giré hacia él y lo miré fijamente sin parar de sonreír, él me miró y... y salió de la cafetería, si has leído bien y no, no me he equivocado al escribir porque obviamente nada de esto ocurrió, él pidió su capuchino, se dio la vuelta cuando se lo sirvieron y se sentó en la otra punta del café, ni siquiera se dio cuenta de mi presencia, pero yo, yo si que me dí cuenta de la suya. Por lo menos me quedo con que gracias a la tardanza de la camarera tuve al oportunidad de escribir una pequeña historia imaginara sobre aquel chaval del capuchino, una historia que el nunca vivió ni vivirá y que esta ingenua chica del descafeinado desearía vivir.


martes, 7 de junio de 2011

Otra mentira para la lista

-Yo soy mejor que mis pensamientos.

-Mentira, no eres nada más ni nada menos que tus pensamientos.

-Ya lo sé... pero era divertido pensar que soy mejor que toda esa mierda que hay en mi cabeza.

lunes, 6 de junio de 2011

Conversación de Desenamorados

-Nadie dijo que olvidar fuera fácil.

-Mientes.

-Es cierto, miento

-Todos te dicen que olvidar es fácil

-Sí, pero al igual que yo te he mentido, todos lo hacen.

-¿Entonces?

-Entonces, cariño, olvidar no es nada fácil.


domingo, 5 de junio de 2011

Pandora

 Pandora era una chica normal, a la apariencia claro, pero nadie sabia por qué todos de algún modo la deseaban.

A primera vista no había ningún tipo de explicación, Pandora tenía un cuerpo normal, el de una chica del montón y no era lo que podríamos decir una belleza, tenía la cara redondeada y una nariz pequeña y picuda cubierta por alguna que otra peca que resaltaba en su blanca piel, sus ojos eran algo rasgados y de color azul, si, pero ese llamativo color casi siempre estaba escondido por una intensa sombra de ojos negra.
En ella si era verdad el dicho de que lo importante no era la apariencia, su físico no importaba en absoluto, había algo mas allá de su cuerpo que le hacía ser deseada. Algunos dicen que era la mirada, otros que era su personalidad, aunque también se decía que era su desparpajo y que esa forma de vestir tan oscura le hacía aún más interesante, pero en realidad era por todo a la vez.

Aquellos pocos que no sentían ningún tipo de interés en Pandora contaban que todo era porque tenía una especie de poder extraño, unos que era porque era una experta manipuladora y ellas que era por su colonia, aunque realmente daba igual, todos los chicos querían tener algún tipo de lío con ella y las chicas poder tener a todos los chicos babeando como Pandora hacía. Era el sueño de todo aquel que mantenía más de 6 palabras seguidas con ella, todos sus imperfecciones le hacían perfecta y los pocos que no querían nada con ella ni de ella no se libraban decir el nombre de Pandora menos de 30 veces al día, ya sea para hablar o para criticarla, estaba en boca de todos.

Pero realmente daba igual lo que se contara de ella, porque que fuera la más deseada en ningún momento quiere decir que fuera la más querida. Y eso se descubrió precisamente el día en el que Pandora desapareció.

Un Lunes sin saber nadie por qué Pandora no fue a clase, ni el Martes, ni el Miércoles,…, la primera semana algo se comentaba por los pasillos del instituto sobre su ausencia, pero poco después nadie más volvió a mencionarla, ni a recordar todo lo que se solía comentar de ella. Era como si Pandora nunca hubiera existido.

Nadie sabe como pudo pasar de ser la más deseada a la mas olvidad, pero pasó así. Aunque es verdad que había un chico que de vez en cuando la buscaba por los pasillos con la mirada, entre la gente del comedor, las clases,…, pero nada. Aquel chico era el único que realmente conocía a Pandora, él que de verdad sabía quien era aquella extraña princesita, aunque no debía conocerla mucho cuando no dio con ella, cuando realmente Pandora nunca se fue de allí.

sábado, 4 de junio de 2011

Correspondencia desconocida

Me encontraba junto a la ventana cuando me di cuenta de que una carta más llegaba a el buzón de mi casa, que para la apariencia de todos estaba completamente abandonada, una carta que como pude luego leer volvía a ser de aquella chica.

Me senté en el gran sillón del salón y me dispuse a leer.

“ Querido desconocido:
Anoche volví a escribirte después de un tiempo, no se por qué  lo hice, estaba echada en la cama y me acordé de ti, no te preguntes por qué, porque ni siquiera estoy segura de tu existencia, no te lo tomes a mal, pero llevo más de 20 cartas y no he recibido ni una sola respuesta. No se si estas cartas llegan a alguien, a veces prefiero que no lleguen a nadie porque en ellas escribo todo lo que pienso y siento  y no si temo el hecho de que alguien las lea y lo sepa.
Querido desconocido, no se si será la última carta que te escriba ¿por qué? No lo sé, supongo que ya desisto hasta de mis propios pensamientos y sentimientos que plasmo en estos papeles, porque como ya bien sabes he conocido el odio, la amistad, la mentira, el engaño, la traición, la infidelidad e incluso la pasión, he sabido de el dolor más intenso y la felicidad más grande, he arrancado de mi espalda grandes dagas clavadas por fuego amigo, conozco la soledad mejor que nadie en este mundo y he mirado los grandes ojos azules que tiene la muerte, pero a pesar de todo también sabes que no he conocido el amor verdadero, a veces pienso que eres tú porque le escribo sin obtener respuesta, le he lloro sin conocerlo y ni siquiera estoy segura de su existencia, como me pasa contigo.
Quien sabe a lo mejor lo eres.
Bueno a lo que iba al principio, puede que hasta que no tenga señales del amor no te vuelva a escribir o hasta que no me de cuenta de que no las tendré si no te vuelvo a escribir. No sé, nada de esto tiene sentido ¿No crees?
Ate: Querida desconocida”

Una semana después me dispuse a contestarle por primera vez y por primera vez aquella desconocida obtuvo su respuesta.

“Querida desconocida:
Sé que esta es la primera vez que te respondo después de más de 20 cartas contándome tus sentimientos y pensamientos más profundos. Pero es la primera vez que me preguntas algo directamente a mi y sinceramente es la primera vez que tu carta me llama la atención. No sé si soy el amor, si lo soy prepárate porque te contesté. Pero si vas a dejar de escribir antes quiero que  leas esta frase y que la recuerdes cuando tengas una duda parecida: Déjalo de hacer cuando empiece a tener sentido.
Por eso me gustaría seguir recibiendo tus cartas, porque no tiene ningún sentido, y quien sabe a lo mejor tú eres la vida ¿ No crees?
Ate: Tu Querido desconocido”

El resto de la historia ya es algo desconocido y perdido en la memoria de dos desconocidos  que  por error una vez dejaron el sentido de las cosas aparcado en un rincón  y se dispusieron a perderse  enviando cartas sin sentido a un destino desconocido que nunca se atrevieron a intentar explorar y nunca lo harán.

viernes, 3 de junio de 2011

-"Búscame" y él la perdió

Ella le dijo: "Ámame"

Y él la odió

Ella le suplicó: " Besame "

Y él la mató

Luego, desde el cielo, su espíritu destrozado regreso diciendo entre soñozos: "No me olvides"

Pero él ya había quemado sus fotografías.

jueves, 2 de junio de 2011

Calada a Calada

En cada calada veo cómo se va consumiendo mi vida.
Vienes buscando tus besos, pero yacen en la colilla de mi último cigarro.
El humo se evapora como el calor de mi corazón y cada sorbo de alcohol es un buche más hacia la inconsciencia.
El aroma de un porro llega hasta mis sentidos, que se van de mi cuerpo buscando tu auxilio.
Vasos vacíos se acumulan terminando de completar el mar que se forma a mi alrededor de cenizas, droga y alcohol.
Mis oídos ya no pueden percibir el sonido de las voces que me rodean y se pierden en mi cabeza como un barullo pasajero.
Quiero levantarme, pero mi cuerpo no.
Quiero buscarte, pero mi cabeza no me deja.
El único calor que me queda es el de mi mechero intentando encender otro cigarro, mi último cigarro y cuanto menos queda de este menos puede ver mis ojos.
Se apaga él y se apagan todas las luces.
Sonido de una botella al caer contra unas escaleras.
Sonido de mi cuerpo al caer contra una botella.
Unas manos desconocidas me agarran.
Una voz conocida me habla.
La sirena de la policía me alerta, pero mi cuerpo sigue inconsciente.
Puedo notar como me cogen y arrastran, pero no puedo ver quién es.
Una última calada a la vida, es hora de dejarme caer.
Tiro la colilla al suelo y mi cuerpo va después.

Perdidos

-¿Dónde estamos?

-En una calle sin nombre

- Y yo pisando cristales rotos

-No hay maldad en ellos

-¿ A dónde vamos?

-A dejarnos llevar

-Llévame a casa

- Eso sería dejarte marchar

-De caminos me cansé

-No seguimos ningún camino

-Y entonces... ¿Qué hacemos?

-Improvisar

-¿Y dónde acabaremos?

-Donde tus pies y los míos nos quieran dejar, 
 allí donde tu mente ya no piensa más

-¿Es un lugar bonito?

-Tanto como tu imaginación quiera soñar
- Y allí¿ Hay alguien más?

-No, 
 solos tú y yo

-Pues llévame

-Llevamos toda la conversación en él.