De chocolate y vainilla.

Estaba yo sentada en la parada del autobús soportando las ganas de llorar mientras escuchaba música cuando de repente un desconocido se me acercó a mi y me ofreció un helado. Yo hacía exactamente 24 horas que no comía y él apareció sonriendo con un helado.
- Toma, nosotros nos vamos de viaje y no podemos. Está cerrado, es para ti.
Sonrió, me dejó el helado y cruzó a la carretera. Abrazó a la que supuse que era su novia y entraron en la estación de trenes.
No sé que se le pasó por la cabeza a aquel desconocido para darme un helado que se podían haber comido antes de entrar en el tren, pero me lo dio y yo sequé mis lágrimas y me comí el helado. El mejor helado que nunca he probado...

Solo una noche.

Dejar que la Luna
nos traiga el placer.
Culpar a mi cuerpo
por mis errores del ayer.
Mi nombre no importa
y el suyo olvidaré.
No se enamore esta noche
que,  cuando amanezca, huiré.

 

Mi Bella Nana

Su voz hacía deshojar árboles
y libros.
Su mirada eran como notas que te susurraban
al oído.
Ni si quiera hacia falta que te rozara
para sentirlo.
Era como un espíritu que aparecía en la noche
y te abrazaba.
Una sinfonía que te envolvía
y te aliviaba.
No era un sueño, ni tampoco real
era viento.
Un viento que resoplaba y empujaba todo tu ser
de una forma tan suave
que permitía a tu cuerpo
seguir en pie.
Mientras con delicadeza arrancaba los males
de mi piel.
Me hacía sentir como un poema sin acabar
esperando el roce de una vieja pluma.
Una canción si la última nota
Teclas de piano en mitad de una partitura.
Dedos de pianista en mitad de un concierto.
Delicada y fuerte.
Un columpio impulsado por nadie.
Una nana en una noche que te traga la mar.

Demonios.

Solo es sentarse y escribir.
Una palabra, un verso, un poema.
Una canción, un canto, una maldición.
Solo es sentarse y esperar.
Esperar inspiración empuñada
por tinta que el demonio mandó.
Puñaladas negras con el que
él mismo se mató
buscando morir antes
de que llegue el día de su muerte.

Fobias.

Me dan miedo las preguntas
que hacen las voces
que trae el viento.
Las miradas de la Luna,
cuando mira a la Tierra.
Los brazos fríos de la hierba
cuando te abrazan en la noche.
Las piedras que tira la montaña
cuando no le respondes.

Me da miedo el agua
cuando se enfada.
Que las nubes lloren
y que sea culpa mía.
El Sol cuando se esconde.
El cielo cuando arde.
Más la vida que la muerte.

Me da miedo ser cobarde
sin botella que me calme.

Abrigo negro.

Ella habla de la muerte
como si fuera un beso
confunde el frío de la sin vida
con el calor de la sin hueso.
No quiere a nadie a su lado
cuando llegue el final
pero anhela cada noche
un abrazo antes de soñar.
Dice que la guadaña le toca
como si fuera querida
y confunde ese acero tacto
con el suave de sus manos.
Que los ojos de un cadáver
le pierden en sus pupilas
y no es una persona amada
sino una capucha negra
que ella confunde con alguien
que viene a ofrecerle su abrigo
y lo acepta buscando calor,
lo acepta buscando refugio,
Lo acepta buscando amor.

Juicio Final

Que si el Sol se apaga
que se lleven las Nubes,
se caiga el Cielo,
se vayan los Pájaros
y mi Yo.

Que si la Luna se cae
que apaguen las Estrellas,
se lleven los Planetas,
se vaya el Viento
y tu Vigor

Que si la Tierra se vaya
solo quedemos Tú y Yo.