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Se pasaron

viernes, 7 de diciembre de 2012

We could be falling in love


Podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y, ahora, ya no estaba allí.

Aquel viaje fue uno de esos viajes en los que todo te sale mal pero que te cambian la vida.
Mi vuelo se retrasó tres veces en la misma semana  y cuando pudimos salir hubo tormentas, por lo que a la hora de aterrizar tuvimos que dar un rodeo de media hora.

En el aeropuerto me registraron la maleta y me tuvieron una hora en comisaría para devolverme el equipaje. Ahí lo vi por primera vez. No le eché mucha cuenta y me fui en cuanto me dieron permiso

Podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y, ahora, ya no estaba allí.

Tras dos horas para poder llegar viva al hotel en recepción me dijeron que mi habitación aún no estaba lista, que tendría que esperar un poco. Fui al bar a pasar el rato, estaba cerrado. Entonces salí a los jardines de atrás y lo volví a ver. Me fijé un poco más, me sonrió y el recepcionista me llamó para darme la llave.

Podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y, ahora, ya no estaba allí.

Por fin subí a mi habitación. Guardé todas mis cosas en el armario, aunque tuve que tirar algunas ya que algo me había estallado en la maleta. Quise sentarme en el balcón para leer un rato pero estaba cerrado. Bajé a recepción a buscar a alguien que me lo abriera  y al llegar al ascensor él salía de este. Chocamos tirando su llave al suelo. Esta vez intercambiamos algunas palabras, un lo siento y un no pasa nada, sí, pero son palabras al fin y al cabo. Entré corriendo en el ascensor cuando vi que se cerraban las puertas.

Podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y, ahora, ya no estaba allí.

Cuando por fin conseguí acceder al balcón ya no me apetecía leer, así que me duché, vestí y me fui a conocer la ciudad. Llovió cuando no tenía lugar donde refugiarme. Llegó mi salvador; el chico del aeropuerto, de los jardines, del ascensor. Estaba en la acera de en frente con un paraguas. Cruzó corriendo y se puso a mi lado para cubrirme a mi también. Dos sonrisas y dos frases: Un "Por qué" y un "Porque hoy no es tu día". Me acompañó hasta una tienda donde compré un paraguas y pude continuar con mi paseo
sola.

Podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y, ahora, ya no estaba allí.

Cuando abrí el paraguas nuevo y di tres pasos y medio dejó de llover, salió el sol o, más bien, comenzó a irse porque estaba anocheciendo. Entré en un restaurante a cenar, bueno no era un restaurante, era una bocatería  En la cola para pedir estaba él. Me acerqué a invitarle por el favor del paraguas. Se negó. Insistí. Gané. Me dijo su nombre. James. Sonrió ampliamente. Juro que no vi sonrisa más sincera y brillante que aquella, pero su móvil sonó y se tuvo que ir.

Podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y, ahora, ya no estaba allí.

Ni me senté, me fui directamente al hotel ¿Destino? No, no cría en él. Más bien casualidad ¿Habría motivos para asustarse?  No, no tenía pinta. Llegué al hotel y descubrí que me había dejado la cartera en algún lado. James tenía razón, hoy no era mi día. Me acosté. A la mañana siguiente abrí la puerta de la habitación para salir y encontré una bolsa con algo dentro y una nota que ponía:

"Te la dejaste en la bocatería. Volví luego a buscarte pero la camarera me dijo que de ti solo quedaba esto. He venido a dártela pero no estabas, o estabas dormida.
James x "

Volvió a por mi.  Dos veces.

Podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y, ahora, ya no estaba allí.

Pregunté en recepción por su habitación. La contigua a la mía  Esta vez fui yo a buscarlo. No estaba. Le dejé una nota.

"Gracias por salvarme, otra vez. Te debo una, otra vez.
Arly x"

Podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y, ahora, ya no estaba allí.

Seguí con mi plan de conocer California. Hoy parecía que el día sería mejor. El sol estaba fuera. No había tenido contratiempos. Todo era precioso, la ciudad era increíble. Llegó la hora de comer y fui a comer al paseo marítimo. El bar era genial y las vistas aún mejores, pero cuando salí tropecé torciéndome un tobilloy ahí estaba él para recogerme. Yo no solía creer en el destino pero ahora me lo estaba replanteando. "Estás siendo la salvación de mi viaje" Le dije  Fue lo único que se me ocurrió decir, más palabras de las que él dijo. Ninguna. Se limitó a sonreír de esa manera que despertaba algo en mi. Conseguí andar medianamente bien y muerta de vergüenza me volví al hotel.

Podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y, ahora, ya no estaba allí.

Cansada de mi desastroso viaje, y eso que solo llevaba dos días, subí a mi habitación a recoger todas mis cosas e irme a mi siguiente parada, Nevada. A la salida del hotel me lo encontré. Le di las gracias por todo, le dije adiós y él me contestó:

"¿Sabes? Tal vez podríamos habernos enamorado, pero no lo hicimos y tú ya no estarás aquí."