Sentí algo en mi que me hacía perder la razón, mi pecho empezaba a arder al ver como se acercaba sin percatarse de mi presencia y se sentaba tan solo a un metro de donde yo me encontraba. Intenté relajarme, pues era lógico esa actitud viniendo de él, así que opte por tumbarme mirando al cielo anaranjado por culpa del atardecer y no pensé en nada más haciéndome a la idea de que solo estábamos el río el cielo y yo. Pero un cambio de postura me hizo volver a la realidad. Al girar la cabeza lo vi,justo a medio metro, mirándome. ¿Por qué? ¿Por qué hacía eso? Esas preguntas no eran tan fáciles de contestar. Cerré los ojos e intenté volver a mi mundo de fantasía, pero no puede, solo veía sus ojos mirando y su boca sonriente,¿ se reía de mi o me sonreía? o tal vez fuera lo que sus amigos le contaban, pero su boca sonreía, no precisamente como la mía. Yo sentía como si cien agujas me atravesaran a la vez aunque me pecho seguía ardiendo y los nervios inundaban mi cuerpo. No era capaz de verlo ahí, quieto, mirándome y que ni siquiera tuviera la decencia de saludar, aunque fuera con la mano.
Creía estar acostumbrada a esa actitud pero en ese momento, después de tener su mirada tan cerca de nuevo, me dí cuenta de que no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario